domingo, mayo 18, 2008


Discurso del Presidente de la Institución del Mérito Humanitario

Ceremonia de Gala- Palmarés 2007-2008 - 17 de Mayo 2008


Excelentísimos e Ilustrísimos Sres y Sras.

Miembros de la Institución del Mérito Humanitario

Amigos todos



Queridos amigos:

Con singular vocación de servicio hemos puesto nuestra Fé, en el hombre, depositario perpetuo de la obra de la creación. Una vez más hemos querido destacar lo más importante del ser humano, que no es la lucha con su mundo exterior, sino la fidelidad a él mismo, a su vocación.Lo hemos hecho con la estimulante visión y en las más diversas circunstancias, las que en ocasiones limitan pero nunca condicionan.Hemos querido hacer de nuestra Institución, un lugar de llegada, donde arriban todas las inquietudes. Fieles a nuestros deseos hemos dejado tras la puerta lo que no es esencia del camino del amor y de la caridad.Hermanados hombre y sociedad, en permanente inquietud, hemos intentado integrar el deseo de ayer con el conseguido de hoy, vislumbrando el futuro como una motivadora línea de valores en los que la unión y la continuidad se funden y se renueva la esperanza.Mas allá de los hechos contingentes hemos abierto el alma a la luz, tan solo así ella avanza. Con la ilusión renovada de cada día crece la vida. No se puede encender una ilusión para después dejarla apagar. Como decía Cervantes "hemos preferido andar antes que detenernos. No podemos dejar de hacer camino, aunque estos sean difíciles y empinados". Siempre nos pediremos nuevos esfuerzos.

Integrar amor y caridad, darse en la amistad "Ubi amici ibi opes", nos decía Quintiliano, es lo que la Institución procura divulgar, es el punto en el que los hombres se reencuentran, es el amor inmutable que en San Juan fue una entrega fervorosa y en San Pablo su verbo más elevado.Nuestra Institución no ha nacido de la ambición de poder.

Su única arma es espiritual, su única vocación mantenerse continuamente en el valor que tienen las cosas del espíritu, apoyar y exaltar las cualidades del hombre, uniendo amor y bondad y abrazándolas con la verdad, en una insuperable trilogía de valores y fuerzas del deseo, empujadas por un afán que Aristóteles calificó como "Instinto recto o recta razón". Julián Marías lo ha concebido como la voz, o el grito imperativo que proviene de nuestro más radical interior y que nos motiva a otorgar a la vida un sentido determinado. Grupo interior, verbo del alma, siempre con nosotros, señalando nuestros caminos y reafirmándolos plenamente con nuestra vida. Tan fuerte es la ligadura entre vocación y vida que Ortega y Gasset afirma que no hay vida sin vocación y que el hombre para vivir lo ha de hacer según sus formas de vida.

Es en este contradictorio mundo de la realidad y de la identidad, entre el deseo y el peso de las circunstancias, lo que forma los cimientos de nuestra Institución, la vocación que ilumina su camino, su razón de ser, sus valores intrínsecos y el motivo de su existencia.

Se ha dicho que el hombre puede llegar a lo que desee, creo que en ello hay mucho de cierto, pero solo siendo de una manera determinada se llega a ser lo que se quiera ser, es decir, el auténtico ser, su voz permanente de la vocación, y es ahí donde el empuje y la fuerza de nuestra Institución índice, donde están sus deseos y sus motivos, donde lucha por encontrarse con el hombre, dando la mano en un gesto de entrega y un intercambio de deseos y posibilidades. La Institución se siente llamada a constituirse en conciencia colectiva, que ayude a erradicar formas de vida sin esperanza, sin vocación, con indiferencia y falta de solidaridad. Como Sánchez Albornoz, debemos pensar que la existencia humana solo tiene vida si disfruta de libertad y de fuerza creadora. Nuestra Institución lucha por lograr que reencontremos la plenitud de nuestros valores, es un problema de conciencia colectiva. Es suficiente que otorguemos a nuestras vidas las dimensiones adecuadas, para lo cual solo debemos añadir el deseo y el esfuerzo necesarios. No existe ninguna otra facultad, más trascendente, otorgada al hombre que la de poder crear, poder intervenir en la vida y darle toda su dimensión, aunque como contraste el problema del hombre de hoy son los vacíos existenciales que surgen en su entorno, con una creciente falta de ilusión, con una pogresíva disminución de su personalidad y una sensible falta de solidaridad.

Laín Entralgo afirma que sigue siendo vigente el grave problema que significa el "hemos de hacer". Quizá, la causa sea la falta de voluntad y el coraje suficiente para dar a nuestras vidas, individual y colectivamente, una plena creatividad, esto es trascendente porque la ilusión creadora es parte del hombre. Julián Marías nos ha dicho que "cuando la existencia es plena se convierte en un acicate que nos mueve a superar el "hemos de hacer" y transformarlo en un enérgico y rotundo "vamos a hacerlo".

Hemos de tener ilusiones y plasmarlas en realidades. Victor Hugo creía que el alma ha de tener ilusiones, igual que el pájaro tiene alas. Según Campoamor "la ilusión es la fuerza inmanente de la vida". Misión de nuestra Institución, como debe ser básico, es conferir a la vida, en toda su amplitud, la ilusión necesaria para poder crear un estímulo de amor y generosidad, de mensaje y esperanza, que nos permita alcanzar ese título de entrega y de amistad que nos acerque al hombre en toda su plenitud.

La obligación del hombre es dar a su vida la justa proyección, esto constituye un deber Natural. Como afirmó Balmes, "la conservación y el perfeccionamiento del mundo forman parte de este deber". La gran misión de la vida es, precisamente, vivirla con plenitud y gozar el placer que toda realización comporta. Quien tiene un papel a realizar puede soportar cualquier circunstancia.

En la vida del hombre hay un profundo sentido finalista, teológico, que da contenido a su existencia, si se suprime se convierte en un caminante sin sendero.

Nadie puede sentirse unido a la humanidad si antes no se ha realizado a sí mismo, si no transforma su vida en ilusión creadora, en sentimiento compartido. Sin este aliento vivir se diluye en una triste soledad. No somos, ciertamente, tan solo aquello que somos, también somos lo que queremos ser.

En ésta necesidad de ser, de crear, que la Institución ha afirmado su personalidad y su propia conciencia. Es con esta voluntad firme y permanente que el Mérito Humanitario es lo que imaginábamos y lo que hemos querido. El hombre no es un ser más en el Universo, a él le fue concedido el derecho a dominar la tierra. Sócrates así lo manifiesta a través del corazón de Antífona.


Tu lo creaste no inferior a Dios,

lo adornaste con gloria y honor,

le diste el poder sobre las obras de tus manos,

y lo pusiste todo a sus pies.


No olvidemos que la vida la recibimos vacía. Pare el hombre vivir es crear, tan solo así podremos vivir en plenitud y forjar nuestra vocación. Queremos hacer del hombre el centro de toda actuación, no se crea de la nada sino a partir de una realidad situada más allá de lo que podríamos considerar una causa directa. Se crea desde la misma naturaleza, con los elementos que ella misma nos proporciona, pero la modificamos y la acercamos al hombre a través de su capacidad imaginativa y humana. Vivir y convivir es siempre un constante trascender, un constante ir hacia delante. Dar y compartir es una meta próxima y alcanzable.

Esta visión del dar la plasma Antonio Machado en unos versos.



Dices que nada se crea??

No te importe, con el barro de la tierra

haz una copa para que beba tu hermano.






Excmo. Sr. Dr. Don Emilio López-Navarro i Sifré

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